Cómo disfrutar más un trabajo que no te gusta

No todo el mundo tiene la suerte de que le guste su trabajo. Incluso a quienes les gusta, no les gusta el 100% de lo que hacen —y eso es completamente normal.

La insatisfacción laboral no siempre significa que estés en el lugar equivocado. A veces solo hace falta ajustar el enfoque, redirigir la energía o abrir nuevas puertas dentro del mismo entorno. Hay un punto medio: no tenemos por qué resignarnos a sufrir eternamente, ni tampoco dejarlo todo para ser nómada digital en Bali.

Vamos a ver algunas estrategias prácticas (y realistas) que pueden ayudarte a mejorar tu relación con el trabajo que ya tienes.

Estrategias para que te guste más tu trabajo

1. Crea tu calendario de energía

Es muy raro que alguien odie el 100% de su trabajo. Seguro que hay partes, personas, tareas, momentos del día... que no te disgustan del todo. Para entenderlo mejor, deja por escrito todas las actividades de tu jornada laboral, de principio a fin. Conforme vaya pasando el día, ve marcando cada actividad con:

  • 🟢 Verde: si te gusta/te ha dado energía

  • 🟡 Amarillo: si es neutro

  • 🔴 Rojo: si no te gusta/te ha robado energía

Después de una semana haciéndolo, tendrás un mapa claro de qué te está drenando y qué no. La idea no es lograr una semana completamente verde (es imposible), sino detectar patrones y explorar ajustes que reduzcan lo rojo y aumenten lo verde.

2. Explora “side projects” dentro de tu trabajo

Muchas veces, lo que te falta no es un cambio total de carrera, sino alimentar la curiosidad. Si hay temas que te llaman la atención, aunque no estén en tu rol actual, da el primer paso: invita a alguien a tomar un café, pregunta si puedes involucrarte en un proyecto de otro departamento en horas extra, o si puedes meterte de oyente en ciertas reuniones.

No sabes en qué puede convertirse una conversación que empieza con “esto siempre me ha interesado, pero nunca lo exploré”.

3. Aprende a hacer lo que tu jefe odia

He leído que uno de los mejores consejos de carrera es identificar algo que tu jefe odia hacer, aprender a hacerlo tú, y quitárselo de encima. Pregúntale directamente qué tareas odia hacer que tú podrías asumir.

La idea es entender qué aspecto de tu trabajo puedes duplicar para añadir más valor, y que en 6 meses tu jefe esté encantado de darte un aumento. Es decir, ser inteligente con lo que asumes, añadirte valor, y que así puedas tener más autonomía, flexibilidad, y ascensos.

4. Conviértete en la persona que resuelve problemas

En toda empresa hay una persona a la que le puedes dar un marrón porque sabes que lo va a resolver. No tiene por qué saber hacerlo desde el inicio, pero investiga, pregunta y se lanza. Esa persona puedes ser tú: está en la actitud. No tienes que ser el más brillante, ni el más técnico, ni el que lleva más años.

En la era de ChatGPT y la IA, es más fácil que nunca investigar cómo hacer algo. Tener la reputación de "dame lo que sea, ya veré cómo lo resuelvo" es una mina de oro porque te abre muchas puertas.

5. Amplía tu definición de compensación

Cuando pensamos en lo que nos da el trabajo a cambio de nuestro tiempo, solemos ir directo al sueldo. Pero el dinero, aunque importante, no es lo que hace que te levantes con ganas un lunes. Según la psicología organizacional, el sueldo es un “factor de higiene”: si es muy bajo, te quema. Pero si es alto, rara vez te motiva.

La verdadera motivación suele venir por otros lados:

  • Oportunidades de aprender cosas nuevas

  • Acceso a eventos o redes

  • Viajes por el mundo

  • Mentores, visibilidad, proyectos nuevos

  • Orgullo de hacer algo bueno por la humanidad

Especialmente si estás empezando tu carrera, hay otras cosas más valiosas que el salario.

6. Crea tu plan de escape, pero sin saltar al vacío

Ser emprendedor no es para todos. Si quieres probar, no dejes tu trabajo para empezar un negocio. Es mucho más seguro hacerlo como un experimento paralelo. Intenta montar uno, dos o tres mini proyectos mientras sigues en tu empleo, y ver en qué se convierten.

La idea no es lanzarse al abismo, sino construir un puente poco a poco.

El trabajo, igual que la vida, no es blanco o negro. Hay matices, y casi siempre algún margen de maniobra. Puedes intervenir, reajustar y poco a poco cambiar tu experiencia sin necesidad de dar un giro radical.

No hace falta esperar a tener el trabajo perfecto para empezar a sentirse mejor. Tampoco es necesario quemar todas las naves para perseguir algo distinto. A veces basta con hacerse nuevas preguntas, probar caminos alternativos dentro de lo que ya tienes, o mirar tu entorno desde otra perspectiva.

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